la autenticidad

Es curiosa la vida. Es aquello que pasa mientras esperas que pase algo. Nos convertimos en aquello que nos dicen que debemos ser y nos olvidamos de lo más importante: la autenticidad.

De pequeña te dicen que tienes que ser buena y generosa; y te preocupas por gustar a tus padres, familiares, conocidos… y a tanta gente como sea posible para tener amigos y no sentirte sola.

De mayor aprendes que todo debe ser al revés. Que primero debes conocerte y gustarte tú; y luego ya vendrá lo demás, ya se pondrá todo en su lugar.

Pero eso de conocerse no es fácil. Porque cuanto más te descubres, más te das cuenta de que hay cosas a tu alrededor que no te gustan. Cuanto más te permites «ir apareciendo», más se desmorona tu «estabilidad» emocional. Y, claro, todos queremos sentirnos seguros. Lo contrario es aterrador.

Hay quien prefiere no indagar demasiado en sí mism@, que prefiere que las cosas sigan como están, sin plantearse nada más. No vaya a ser que al mirar hacia dentro, aparezcan cosas que no nos gusten… Pero yo soy una inconformista, una alma inquieta. Quiero saber y quiero preguntar y preguntarme.

Una de las preguntas más importantes que deberíamos hacernos diariamente es ¿Cómo me siento?: ¿Estoy bien en este trabajo? ¿Me siento cómoda con estas personas? ¿Soy feliz en esta relación? ¿Estoy cómoda en esta casa? ¿Cómo me siento con esta rutina? Y deberíamos ser honestos y, si alguna de esas respuestas fuera negativa, actuar en consecuencia y tratar de cambiar las cosas.

La autenticidad implica escuchar nuestro interior

Pero no es fácil. Primero, porque no nos han enseñado a hacer lo que realmente nos apetece. Segundo, porque nos preocupa más el dolor que podamos causar en otras personas con las decisiones que tomemos que nuestro propio dolor, que ya forma parte de nuestra rutina. Tercero, porque tenemos miedo a lo desconocido.

Cuando escuchamos que alguien cercano ha fallecido, o ha tenido algún accidente grave, de golpe pasa por nuestra mente esa idea de «la vida es efímera, debemos vivir el momento», pero nos olvidamos a los dos minutos. Y todo sigue igual.

¿Cuántas veces os habéis hecho la siguiente pregunta?: ¿Qué harías si hoy supieras que en una semana desaparecerás de este mundo? ¿Dirías algo a alguien que no te atreves a decirle? ¿Dejarías de trabajar? ¿Cogerías un vuelo al lugar más lejano posible?

Yo pienso que seguiría viviendo mi rutina tal cual. No viajaría allí donde no me invitan; ni recorrería el mundo sola, ni forzaría encuentros o situaciones que deberían fluir… Ah! Eso sí, probablemente me pasara la semana invitando a mis restaurantes preferidos a aquellos amig@s que veo con frecuencia; y, una noche, organizaría una fiestecilla en plan tranquilos reuniendo a toda la gente que quiero (familia y amigos), con vinito, cava y un catering espectacular en un lugar de ensueño. Y reiría mucho, abrazaría más y daría las gracias a todos por estar y por quererme tal y como soy.

Porque sí, creo que lo más bonito del amor, de la amistad o de la familia cercana, es que te quieren tal y como eres. Con tus defectos y tus virtudes, pero tal cual, sin condiciones.

Te equivocas, y te quieren. Tomas decisiones inesperadas y te quieren, tratando de entenderte. Tienes un día torcido, y te quieren igual. Dices cosas inapropiadas, te lo cuestionan, pero te quieren igual.

Lo más importante en nuestra vida son las relaciones

Lo más importante de la vida son las relaciones. Los lazos que nos unen a las personas que forman parte de nuestra vida. Por eso es tan importante cuidarnos.

Sí, parece que esté pasando de un tema a otro sin demasiado sentido; pero en realidad todo tiene un hilo conductor básico: la importancia de ser auténtico. La importancia de conocernos, de saber qué queremos, qué necesitamos, quiénes somos y con quién nos gusta estar. Y la importancia de mostrarnos tal y como somos.

Cuanto más auténticos seamos, más auténticas serán nuestras relaciones, y más viviremos la vida que deseamos vivir. Es decir, nos sentiremos mucho más plenos y satisfechos con nosotros mismos y con nuestras vidas.

Muchas veces resulta más fácil observar la falta de autenticidad en la gente que nos rodea que en nosotros mismos porque, claro, la autocrítica no es algo fácil de desarrollar… Pero, lo fascinante de este mundo es que, cuando ves algo que no te gusta en los demás, probablemente forme parte de ti de alguna manera. Así que, os invito a observar sin juzgar la autenticidad o falta de autenticidad, tanto en los demás como en vosotr@s mismos. Sólo desde la conciencia podemos tener las herramientas para cambiar las cosas que no nos gustan de nosotros mismos y, cambiando nosotros, nuestro entorno cambiará inevitablemente. Es la magia de la vida!

>> #FollowYourHeart ¿La felicidad total existe?